El autorretrato en la fotografía terapéutica es una práctica que va más allá de la mera representación visual, siendo un potente vehículo para el autoconocimiento y la exploración de las emociones y la identidad. A través del autorretrato, podemos explorar facetas internas que pueden estar ocultas o reprimidas, realizando un proceso de introspección que conecta el cuerpo y la mente. Te invito a descubrir cómo crear un autorretrato, desafiando la idea convencional de que debe incluir el rostro o el cuerpo. Vamos a reflexionar sobre la importancia de la narrativa personal en el autorretrato, que nos permite reimaginarse y transformarse, facilitando la autoaceptación y el crecimiento emocional.
El autorretrato es una herramienta terapéutica valiosa, capaz de desencadenar reflexiones significativas en contextos de terapia, ayudando a las personas a explorar y redefinir su identidad a lo largo del tiempo.
El concepto Retrato
La palabra retrato deriva del latín re-traho y su recorrido etimológico es muy parecido al del término análogo portrait, derivado de por-traho, utilizado con sus variantes en la mayor parte de las lenguas. En
ambos casos la traducción exacta del latín indica la acción de “sacar fuera”.
¿Puede que con un retrato podamos sacar fuera aquello que está dentro?.
Decía Aristóteles que la representación de una persona, ha de mostrar sus movimientos del alma y dar a conocer las emociones de la persona más que limitarse a la mera apariencia externa.
El objetivo del arte no es presentar la apariencia externa de las cosas, sino su significado interno; pues esto, y no la apariencia y el detalle externos, constituye la auténtica realidad.
Aristóteles
Parte de la forma de ser de las personas se refleja en su aspecto externo, pero el retrato no solo busca reproducir la apariencia de la persona, ni su rostro, ni ser objetivo. Un retrato, sea literario, pictórico o fotográfico pretende captar y expresar algo inmaterial, un sentido interno, una actitud ante la vida, un estado psicológico, una vivencia…
¿Qué sucede cuando damos la vuelta a la cámara y el retrato nos mira?
¿Es un autorretrato una forma de terapia?
La fotografía terapéutica es una práctica integral que utiliza la creación y el análisis de imágenes como medio para promover la salud, el bienestar y el crecimiento personal. Se fundamenta en la premisa de que el pensamiento humano es esencialmente visual, donde nuestras experiencias pasadas, imaginaciones futuras y fantasías se forman como imágenes mentales. Al crear y reflexionar sobre fotografías, se facilita el acceso a estas representaciones internas, lo que permite explorar y procesar emociones, recuerdos y pensamientos. Esta práctica abarca diversas formas, desde la fototerapia a la fotografía social o participativa, y se aplica tanto en contextos generales como específicos, por ejemplo, en el apoyo a personas en riesgo de exclusión o para la mejora de la salud mental. Así, la fotografía terapéutica se convierte en una herramienta poderosa para fomentar la creatividad, la introspección y la subjetividad, promoviendo procesos de sanación y desarrollo personal.
De la formación Autorretrato. Patricia Gómez Campillo – @patrizen79 – España
El autorretrato como mirada íntima
Atreverse a realizarse un autorretrato y posteriormente a mirarse implica juzgarse, por ello fundamenta la posibilidad de autoconocimiento mediante su realización.
La realización de un autorretrato nos lleva a reflexionar en quiénes somos y provoca que nuestra conciencia se interrogue sobre nuestra autenticidad. La palabra autenticidad viene del vocablo griego authentikós y significa aquel que tiene autoridad. Podemos comprender la expresión “ser auténtico” como tener autoridad sobre uno mismo, tener firmeza y coherencia interna. Esto nos lleva a cuestionarnos sobre quiénes somos en ese momento, si nos gusta ser así y si deseamos seguir siéndolo.
Angélica Sátiro
Cualquier decisión que tomamos en nuestra vida está motivada por nuestros intereses, pasiones, búsquedas, temores, deseos, inquietudes… Cuando realizamos un autorretrato es imposible escapar de esa pulsión. El interés por un aspecto determinado de la representación de la propia imagen se manifiesta claramente en algunos casos, exponiendo las inquietudes más íntimas.
“La cara es el espejo del alma” decía Cicerón, y quizás por eso intuimos el estado anímico de las personas que tenemos más cerca. También, ante una persona desconocida, buscamos conocer no solo cómo está, sino cómo es, a través de su aspecto físico.
Autorretrato en cuerpo y alma.
En la Fisiognomía aristotélica se parte de la tesis de que alma y cuerpo comparten entre sí sus mutuas afecciones, el estado de ánimo transforma la forma del cuerpo y, a su vez, el cambio de la forma del cuerpo conlleva la transformación del estado anímico.
Hoy ya existe evidencia científica, de cómo las emociones y los estados mentales se reflejan en la postura y los movimientos del cuerpo. Por ello el ajuste de la postura corporal puede tener un impacto directo en el estado emocional y mental de una persona.
Aquel que tenga ojos para ver y oídos para escuchar, podrá convencerse de que ningún mortal es capaz de guardar un secreto. Si sus labios mantienen silencio, hablará a través del resto de su cuerpo.
Sigmund Freud
Es evidente, muchas características psíquicas se relacionan con características corporales: Las facultades mentales se ven profundamente afectadas por los padecimientos físicos. Del mismo modo que el cuerpo refleja y comparte los sufrimientos causados por las emociones, como los amores, los miedos, los dolores y los placeres. Ya hay evidencia científica de que la corrección de la postura cuando contamos algo puede modificar la narración hacia espacios más positivos.
Si una emoción perdura durante cierto tiempo, la forma de ser, de pensar, de vivir, de afrontar la vida, tiene su reflejo en nuestro rostro y en nuestro cuerpo, permitiendo vislumbrar lo que sucede en nuestro interior. Nuestros músculos y huesos se van modificando junto con nuestra historia de vida, revelando qué tipo de vida, de amor, de sufrimiento, de salud… que grado de esperanza o felicidad hemos tenido y tenemos. Lo curioso es que a través de las neuronas espejo podemos captar, posiblemente de forma inconsciente, las expresiones físicas de las emociones de los demás sin que las verbalicen.
Casi todo el mundo rechaza al principio hacerse un autorretrato. Quien lo hace siente vergüenza, miedo y extrañamiento por su propia imagen, aunque hay quien como Narciso se enamora de si mismo. En ambos casos se trata de un autodistanciamiento que nos revela una imagen a explorar y a investigar profundamente.
No se trata de conocerme, sino de mirarme desde fuera, como si fuera otra persona.
¿Es ello posible? Mi esfuerzo supremo debe consistir en esto: no verme ‘en mí’, sino ser visto ‘por mí’, con mis propios ojos, pero como si fuera otro: ese otro que todos ven y yo no.
Pirandello en «Uno, ninguno y cien mil»
¿Qué pasa cuando no reconocemos nuestro cuerpo?
No podemos huir.
Rompamos estereotipos sobre el autorretrato:
1. No es necesario que la persona fotografiada sea la que saque la foto. Podemos utilizar un disparador remoto, un temporizador… o simplemente la ayuda de otra persona.
2. No es necesario que aparezca el rostro, podemos considerar un autorretrato si así lo decide el/la artista.
Zapatos dorados, del proyecto Carneada. Nicola Costantino
3. No es necesario que aparezca el cuerpo, también es un autorretrato los espacios que ocupamos. Así inicia la formación fotografía para conocerte, con el retrato de la ausencia.
De la formación fotografía para conocerte. Mariana Villen – @marianvillen – Argentina
Durante un primer periodo, he estado muy presente en la imagen, seguramente porque no era consciente de mí misma. Ahora, muy consciente de mí misma, me ausento de la imagen. Mi recorrido consiste en ir de la representación De mi cuerpo a la representación de la ciudad en la que nací.
Al fotografiar las fachadas de Casablanca y sus habitantes, exorcizo a plena luz los fantasmas de una historia personal que todavía habita estos lugares.
Lorence Chevallier
4. Un retrato de otra persona también es un autorretrato. El retrato habla más de la persona que fotografía que del modelo fotografiado, por más que se intente pensar que la fotografía es una técnica objetiva, y hay quien cree que con un retrato puede captar al otro tal y como es, la realidad es que hoy ya nos hemos dado cuenta de la importancia de la mirada en la construcción de la fotografía y sabemos que la creación de una imagen responde a un punto de vista, un momento y unas decisiones de encuadre propias, personales e intrasferibles del artista. Ya lo sabes “Eres aquello que miras”.
Siempre quise saber lo que era estar más allá del perfil y conocer el secreto de los rostros. Creo que mis fotos capturan algo esencial sobre las personas, y en ese proceso, algo sobre mí misma también.
Diane Arbus
5. El autorretrato es también lo que queda fuera. Si la fotografía explora la presencia de las cosas, también dan evidencia de la ausencia, tu decides lo que queda dentro o fuera del encuadre de la cámara tu decides qué aparecerá en tu autorretrato y qué no lo hará. Y no solo de una manera física, si o también puede aplicarse a los aspectos ocultos del yo. ¿Qué cara has puesto para tu autorretrato, la oficial o la que no quieres que nadie vea?
6. Cualquier imagen que mires es tu autorretrato. Si miramos un imagen con todo lo que somos. Si para analizar una imagen exploro mi memoria, mi educación, mi cultura visual, mi historia personal… posiblemente cuando hable de esa imagen esté hablando de mi. Esto en psicología se llama proyección. No hay valoración objetiva. Exploramos pero mostrando nuestra propia visión y percepción ¿no es eso un autorretrato?
Autorretrato es toda obra que hablando del artista (más allá de que se visibilice o no su imagen) y usando su cuerpo como elemento de comunicación o no, recurra a la fotografía para reflexionar acerca de la propia identidad, con el propio cuerpo, con sus propias emociones y el lugar que se ocupa en el mundo.
De la formación Fotografía para conocerte. Estele Leite – @este.fotos – Uruguay
El Autorretrato como arte y mirada al mundo
El arte y la creatividad son intrínsecos al ser humano, posibilitan el desarrollo personal y la integración de los planos corporal y afectivo.
Crear arte, siempre es terapéutico, pero la eficacia curativa del mismo se entiende sólo en relación con cada persona o grupo de personas capaces de captar el significado de la obra, reparando el equilibrio. El autorretrato se inicia como producto mental, como idea, es un acto de comunicación en el que el cuerpo participa con todos los sentidos, tanto como emisor como receptor del mensaje.
La comunicación simbólica que desarrolla un autorretrato, muchas veces de forma inconsciente, puede resultar en un proceso de introspección del artista, previo y posterior a la obra, posibilitando el autoconocimiento con obras que nos tiene que ser necesariamente bellas, a veces justo lo contrario.
Pensamos en imágenes, la imagen precede a la palabra, todo hecho artístico es un pensamiento del artista, la forma con la que interpreta su mundo.
¿Cómo usar el autorretrato como herramienta terapéutica?
El autorretrato tiene el potencial de ser una herramienta poderosa para la autoexploración y el desarrollo personal. Ya lo sabes, con tu autorretrato puedes explorar emociones y conocer tus identidades, encontrando una forma de autoconocimiento y bienestar.
1. El autorretrato como autoexploración
El autorretrato ofrece una oportunidad única para explorar la identidad de una manera visual. Mirando nuestra propia imagen, podemos reflexionar sobre aspectos que a menudo permanecen ocultos, enfrentándonos a partes de nuestra identidad que son difíciles de explorar de otra manera.
2. El autorretrato como expresión
Crear un autorretrato nos permite expresar y procesar emociones de manera visual. La mayoría de las veces emociones complejas o dolorosas son difíciles de articular con palabras. El autorretrato llega donde la palabra no puede, ofreciendo una forma alternativa de expresión.
3. El autorretrato como transformación individual
El autorretrato también permite la reimaginarnos y transformarnos. Experimentando con diferentes estilos, disfraces y perspectivas, podemos explorar múltiples facetas de nuestra identidad, encontrar todas nuestras versiones. Este proceso es liberador y permite darse permiso para conocer aspectos propios nunca antes vistos o aceptados, produciendo liberación y crecimiento emocional.
¿Y si un autorretrato es una máscara, producto de la imagen que queremos dar a los demás? Durante la adolescencia gran parte de la inseguridad, frecuente durante esta etapa vital, proviene de la incertidumbre personal. La lucha por definir la personalidad y ganar en seguridad o aparentarla, será uno de los objetivos personales durante esta época.
Una época en la que probamos muchos disfraces buscando el que resulta más adaptado al entorno que vivimos. Compensando la inseguridad, existe cierta tendencia a adoptar poses de autoafirmación cuando se crea un autorretrato. Ser conscientes de esas poses y encontrarse con la vulnerabilidad es un buen trabajo.
4. El Autorretrato como herramienta terapéutica profesional
El autorretrato permite el acceso a emociones profundas y explora la identidad. Al expresar y visualizar se facilitan discusiones, reflexiones y análisis adecuados en el contexto terapéutico.
El proceso de crear un autorretrato puede desarrollar una mayor autoaceptación y confianza. Al enfrentarse a la propia imagen se descubren vulnerabilidades que afectan a la vida pero también cualidades y fortalezas. Además, el acto de crear arte puede ser intrínsecamente gratificante y proporcionar una sensación de logro y propósito.
5. El autorretrato como narrativa
La terapia narrativa desarrollada por Michael White y David Epston sostiene que nuestra identidad están determinadas por la forma en que contamos nuestra vida. Las imágenes y en concreto el autorretrato pueden permitir descripciones de historias y vivencias completas. Con el autorretrato podemos hablar de cómo nos vemos y cómo queremos ser vistos, permitiendo una adecuación de las narrativas e integración de la identidad.
6. El autorretrato siempre está en evolución
Jung habla sobre el ‘yo’ como una construcción dinámica. El ‘yo’ no es una entidad fija, sino una construcción en evolución. Por ello nuestras representaciones, como el autorretrato, siempre están en proceso, nuestra identidad no siempre es estable. Yo no soy la de hace 10 años, seré distinta dentro de 5 años y además soy diferente en cada contexto vital . Esto es fundamental para reconocer que el autoconocimiento es un proceso que no acaba nunca y que podemos autorretratarnos en cada época de nuestra vida descubriéndonos de formas distintas. Es más, si miro mi autorretrato de hace 10 años, me descubriré con mi narrativa de hoy.
La fotografía me da una manera de explorar mi propia identidad y cómo me perciben los demás. En mis autorretratos, me convierto en los personajes que exploran distintos aspectos de la condición humana y de mi propio ser.
Cindy Sherman
El autorretrato en la fotografía terapéutica se revela como una herramienta profundamente transformadora, capaz de conectarnos con nuestras emociones más íntimas y nuestra identidad en constante evolución. Al explorar y reflejar nuestras múltiples facetas a través de la imagen, no solo nos descubrimos, sino que también nos otorgamos el poder de reimaginar y redefinir quiénes somos y cómo nos presentamos al mundo. Te invito a que tomes tu cámara, te enfrentes a tu reflejo y te lances al autorretrato.
Permite todas tus versiones y tu enorme capacidad de ser lo que quieras ser en cada momento de tu vida.