Solo se puede aprender aquello que se ama
Francisco Mora
Vivimos inmersos en la sociedad de la imagen, niños y adultos estamos sobreexpuestos a millones de imágenes diarias sin apenas tener formación sobre su lectura o expresión.
Las imágenes forman parte de nuestra vida y realidad. Por ello, al igual que la alfabetización en lectoescritura, saber leer y producir imágenes debe formar parte del entrenamiento para ser personas más autónomas, críticas y por tanto libres.
La fotografía, como método, instrumento artístico de expresión, cumple todas las características necesarias para conseguir que seamos cognitiva y creativamente más eficaces.
Además, la producción y expresión artística en la infancia apoya e impulsa el proceso de maduración y crecimiento. Refiriéndose a la pintura, Arno Stern, señalaba que “El niño aspira a devenir un adulto y evoluciona en tal sentido. Pero la infancia constituye una parte importante de la vida humana. No es un estado provisorio. Lo que el niño siente, experimenta y expresa es importante y un valor definitivo.”
Y es que aprender algo nuevo significa, en términos neurobiológicos, cambiar el cerebro. Lo dice Francisco Mora en su libro Neuroeducación, en el que está inspirado el presente artículo.
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Es ahora cuando la educación y la neurociencia comienzan a entenderse y esto es fundamental para cambiar, innovar y mejorar la educación y la enseñanza teniendo como base los conocimientos sobre el cerebro. En este sentido como profesionales de la enseñanza, en concreto de la fotografía, investigar neurociencia nos va a permitir enseñar y aprender mejor, pero sobre todo educar mejor. Ya Kant en Pedagogía decía que «el ser humano es lo que la educación hace de él».
¿Qué dice la neurociencia de cómo aprende el ser humano?
Por si pensabas que ya eres demasiado mayor para aprender o enseñar fotografía, debes saber que el cerebro es plástico a lo largo de su vida, puede ser modificado por el aprendizaje a cualquier edad, eso sí, los mecanismos plásticos del cerebro se “endurecen” un poco a medida que nos hacemos mayores.
Tras el nacimiento, el cerebro es un bullicio de actividad. Inicialmente está gobernado por un programa genético, pero es totalmente dependiente del mundo sensorial y emocional que le rodea. En este sentido, la interacción con el medio ambiente produce continuos cambios en el cerebro.
Pero el cerebro no se desarrolla de forma continua y permanente, existen periodos críticos, ventanas plásticas en el que el desarrollo de ciertas capacidades está activo. Son espacios temporales en los que se forman las estructuras cerebrales del habla, la visión, la emoción, las habilidades para la música o las matemáticas, los procesos cognitivos…
Un niño en sus primeros meses de vida, en entornos oscuros sin referencias, tendrá graves deficiencias visuales. Una persona que no ha oído hablar nunca antes de los siete o los ocho años, jamás podrá hacerlo después o lo hará con enormes dificultades y limitaciones.
Es lo mismo que sucede con las aves en sus primeros minutos tras nacer, siguen al ser vivo que tiene movimiento, imprinting o impronta, tal como se hizo en el documental “Nómadas del viento”.
Enseñar fotografía supone estar atentos y estudiar los periodos críticos que se abren en cada momento para cada ser humano.
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Aprender fotografía no supone solo técnica, sino también inspiración, expresión y creatividad por lo que serán amplios y diversos esos espacios temporales para poder obtener el máximo provecho del aprendizaje.
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¿cómo funciona el aprendizaje de la fotografía?
El ser humano cuenta con dos hemisferios:
El hemisferio derecho, holístico, global, que realiza asociaciones de acontecimientos y lugares. Es el que genera ritmos, música, imágenes, dibujos. Es el “creador”. Su atención es dispersa y muchas veces inconsciente.
El hemisferio izquierdo, es lenguaje, lógica, matemáticas. Es el “analítico”. Su atención es focalizada y consciente.
La neurociencia dice que ambos hemisferios trabajan y colaboran. Cualquier función cognitiva necesita del diálogo y el intercambio de información entre ellos. Pero no están solos.
Existe otro cerebro, dentro del cerebro: el sistema límbico o cerebro emocional. Esencial para captar la esencia de la enseñanza de la fotografía. Lo que se ve, se huele, se toca, se escucha, se cata, pasa por el sistema límbico y es donde a estas percepciones sensoriales se las etiqueta de bueno o malo, interesante o aburrido. Es entonces cuando esta información con emoción pasa a las áreas de la corteza cerebral donde se construyen los procesos mentales, el pensamiento.
Es decir, las ideas con las que trabajan nuestros hemisferios ya están impregnadas de emoción. Cognición y emoción son indisolubles, no hay razón sin emoción. Y esto es clave para nuestro trabajo: aprender es emocionarse. Porque si a nuestro alumnado le pedimos atención simplemente, no conseguiremos absolutamente nada, hay que emocionar, siempre y eso es facil cuando se ama lo que se hace.
¿Cómo conectar con la emoción?
Hay maestros con larga experiencia y conocimientos que no emocionan por su falta de empatía y habilidades de comunicación, con estos maestros los niños desconectan. En cambio otros formadores, sin tanto conocimiento, abren las puertas, inspiran, fomentan la curiosidad, por su empatía y habilidades sociales. Es la empatía la abre la puerta al conocimiento a través del acercamiento emocional.
Otro elemento importante valorado en la neurociencia es el ambiente. Un entorno estable, estimulante y protector construye en el cerebro infantil una enseñanza efectiva. Por el contrario, un ambiente adverso, castigador y estresante impide el normal desarrollo de los circuitos cerebrales que permiten el aprendizaje. Ya que los mecanismos que generan ansiedad disminuyen los procesos de atención, perjudicando a su vez los mecanismos corticales neuronales de inhibición cuyo retraso puede generar impulsividad.
A su vez, es importante que selecciones bien el espacio de tus talleres. Clases amplias, con grandes ventanales y luz natural produce mayor rendimiento que clases estrechas y pobremente iluminadas. Por ello, busquemos entornos abiertos, inspiradores y a ser posible, naturales. El juego al aire libre, fuera de las cuatro paredes, en contacto con la naturaleza activa los procesos emocionales que generan curiosidad permitiendo la adquisición de habilidades y capacidades, cambios en el cerebro a gran velocidad.
Hoy, demasiado temprano encerramos a niños y niñas en aulas y con imágenes o videos les mostramos procesos abstractos o intelectuales. Evidentemente, no es lo mismo la fotografía de una mariposa que reconocerla viendo su colorido vuelo, rápido y disperso.
El ser humano en su más corta infancia necesita aprender qué es una flor manoseándola y oliéndola. A los dos o tres años se debe enseñar tocando flores, plantas, animales, no con las imágenes de estos elementos. La imagen fotográfica debe ser posterior, como recuerdo de esa primera experiencia física en casa o en el aula, siempre bajo la mirada y la sonrisa de la persona que enseña (emoción). Solo así se recuerda y fomentaremos el desarrollo futuro de los conocimientos abstractos de amor por la mirada y la fotografía, sobre una base física, emocional, real y directa, conectando con raíces genéticas y evolutivas de lo que significaba aprender en contacto con lo natural.
Así que debemos crear métodos y recursos, adecuados para cada edad, que evoquen la curiosidad por aquello que se explica. Métodos que promuevan la alegría, el despertar y el placer, nunca el castigo.
“Una cosa es saber y otra saber enseñar”
Cicerón
¿qué enciende la emoción?
La curiosidad.
Solo ella abre las ventanas de la atención, necesaria para crear conocimiento.
La curiosidad que se satisface a través del aprendizaje tiene como base cerebral el placer, lo que refuerza la idea de que la búsqueda de conocimiento es biológicamente placentero.
El ser humano es curioso por naturaleza, siempre explora e investiga lo que no conoce, por eso adoramos las imágenes de aquello que no conocemos o descubrimos de forma distinta. Nadie puede aprender nada si lo que va a aprender no le motiva, o no enciende su curiosidad.
Podemos contar con varias estrategias para provocar curiosidad por la expresión fotográfica:
- Comienza la clase con algo provocador. Una frase, una foto, un pensamiento o algo que resulte chocante: – ¿Qué es la belleza para las personas ciegas? Esta frase podría mover a alumnado juvenil y adulto a ter curiosidad por descubrir e investigar el trabajo de Sophie Calle.
- Presenta un problema cotidiano que lleve a despertar: –Hoy me he fijado en las expresiones de los perros cuando venía ¿tienen expresión como humana?. Esta frase me permitiría contar el trabajo de Amparo Garrido.
- Crea una atmosfera para el diálogo del alumnado, que se sientan relajados y a gusto y no cuestionados sobre si sus preguntas son tontas o no tienen interés.
- Da tiempo suficiente para que se resuelva el problema: – ¿cómo fotografiarías la verdad?
- No preguntes sobre un problema, incentiva a que el grupo plantee el problema de forma espontánea. Ello estimula la autoestima y la motivación personal: -Vamos a pensar cómo podemos visibilizar a las mujeres artistas.
- Introduce durante el desarrollo de la clase elementos que impliquen incongruencia, contracción, novedad, sorpresa, complejidad, desconcierto e incertidumbre. Podemos hacer una fotografía de grupo infantil con una cámara de agua, mirar por el visor de una cámara antigua era-box o explicar la diferencia entre selfie y autorretrato siendo la foto de uno mismo.
- No provoques ansiedad en el alumnado.
- Procurar la participación activa y su exploración personal. En fotografía existe la herramienta por excelencia para este punto, diseñar el propio proyecto fotográfico personal.
- Refuerza el mérito y el aplauso ante una buena pregunta o resolución de un problema.
- Modula pero no dirijas la búsqueda de una respuesta por parte del alumnado y no proporcionar la resolución del problema. Enseñar la técnica fotográfica cuando se tenga necesidad de ello, atendiendo a aquello que se necesite para desarrollar el propio trabajo.
Todos estos elementos encenderán la curiosidad y la disposición para aprender. Evidentemente el contenido que abre la curiosidad varía en relación con la edad, la hora del día, el estado del organismo y el medio ambiente físico, familiar y social. Hay que tenerlo en cuenta.
Proyecto fotográfico Sophie Calle
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La curiosidad pone en marcha la atención. La atención es el mecanismo cerebral que se requiere para ser consciente de algo. Sin atención no hay aprendizaje.
Sabemos que solamente pidiendo atención a un alumno en clase no vamos a conseguir que la tenga. Necesitamos métodos asociados a la recompensa y no al castigo para obtenerla, ya sabemos que necesitamos emoción.
Con la adecuada atención estamos en disposición de aprender. Aprender es innato e intrínseco al vivir. Es un proceso de subsistencia como es comer, beber o reproducirse. Aprender es ser capaz de sobrevivir. Un ser vivo que no aprende o aprende mal perece pronto.
Ya sabemos que el ser humano cuenta con un instrumento fundamental para aprender: el juego que combina curiosidad y placer, el mejor y más poderoso instrumento. Por eso nos interesan tanto los proyectos como “una foto al dia” o los maratones fotográficos, aún siendo adultos seguimos jugando para aprender.
Por eso tus clases deben ser lúdicas, debes jugar y fomentar la participación y aquellas actividades que permitan jugar.
Fotografía Chema Madoz
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Por otro lado, la memoria el instrumento que utilizamos para transmitir conocimientos y crear cultura, para evocar lo aprendido cada vez que lo necesitamos: en una conversación, una conducta o un proceso mental.
Existe la memoria consciente, la de los hechos que podemos contar o evocar. Y la memoria inconsciente aquella que nos permite montar en bicicleta o hacer clic a nuestra cámara.
Las áreas del cerebro que registran acontecimientos de forma consciente no se desarrollan completamente hasta los dos años de edad. Por eso no recordamos nada antes. Pero, nuestro cerebro si registra esos acontecimientos de forma inconsciente y del mismo modo puede expresarlo. Enseñar fotografía antes de los dos años es enseñar a mirar, a ver los colores, oler las flores, escuchar a los pájaros, comer chocolate, tocar al gato, con todos los sentidos del cuerpo. Enseñar a amar la mirada, la naturaleza y la vida, esto quedará en la memoria inconsciente.
Porque la neurobiología afirma que la grabación, retención, recuperación y evocaciones de sucesos y hechos a edades tempranas conforma las bases y facilita la adquisición de nuevas habilidades y conocimientos en el futuro.
De ahí la importancia de aprender fotografía en entornos educativos, como herramienta para aprender a observar, desde la pausa y el presente, a cooperar con los demás, a desarrollar la memoria consciente e inconsciente, claves para la adquisición de habilidades visuales futuras.
Fotografía Bleda y Rosa
Otros elementos claves para el aprendizaje también son: la repetición. Reiterar una serie de conceptos básicos y relevantes desde perspectivas y ejemplos diferentes a lo largo de la clase. Pero repetir lo mismo sin tener en cuenta la motivación puede producir tedio. De ahí que utilicemos la emoción y el juego para hacerlo.
El sueño, necesario para la consolidación de la memoria y para mantener el nivel de atención sostenida en la clase. Ten en cuenta las diferencias individuales y escoge las mejores horas del día para la realización de tu taller. En general coinciden media mañana o media tarde. Algún dulce a mitad de tu clase aumentará la glucosa, sorprenderá, dará alegría y aumentará el nivel de atención de tu alumnado.
Las personas que enseñamos debemos saber también que es importante el uso que hagamos de las palabras. Decía Marcelino Menéndez Pelayo “El arte de hablar bien se convierte también en un instrumento educativo de primera magnitud”. Las palabras van a ser nuestra herramienta para transmitir conocimiento, debes utilizar la palabra lo mejor que sepas, con luz, empatía y ya sabes… emoción.
El ejercicio físico regula las respuestas estresantes y equilibra las áreas que tienen que ver con el aprendizaje y la memoria. Diversos estudios señalan que aquellas personas, independientemente de su edad, que practican ejercicio tienen las puntuaciones más altas en test de inteligencia, comprensión verbal y pensamiento lógico, en adultos, mejores habilidades mentales durante el envejecimiento.
Diversos estudios indican que un estudiante desde los primeros minutos de la clase ya recibe la emoción que le señala si está ante un buen o mal profesor. Esa primera impresión es importante, algunos trucos para obtener una primera buena impresión cuando enseñes fotografía son:
- Los profesores extraordinarios transforman cualquier tema en interesante y curioso. No improvises, prepara la materia para que así sea.
- Aprende y conoce en profundidad el tema que enseñes.
- Lee y di que lees de materias diversas, no solo fotografía, así abordarás tus explicaciones desde visiones diferentes.
- Involucra emocionalmente al alumnado, provoca discusiones, clarifica.
- Muestra interés por su aprendizaje y éxito, por su vida personal.
- Haz ver que tu éxito como profesor es el propio éxito del estudiante.
- Haz participar a tu alumnado, que se sienta crítico, evaluador, que sea capaz de mostrar lo que sabe.
- Cuenta anécdotas de fotógrafos, estudia sus biografias, cuenta tus éxitos y fracasos, tus alegrías y frustraciones en el camino que te llevó a la fotografía.
- Habla de la cultura, del respeto, del amor y el misterio. Habla de la vida.
¿Cómo enseñar pensamiento creativo fotográfico?
La enseñanza del pensamiento creativo se realiza presentando los problemas de modo que ello permita generar el mayor número de ideas posibles. Esto se conoce como crear el clima para un pensamiento asociativo. Después se les pide que tomen el tiempo que necesiten para crear soluciones y que dejen “vagar la mente”. Se sabe que, si existe la suficiente motivación, la mente trabajará todo el tiempo de modo inconsciente en el problema. Y es entonces cuando se le ocurrirá una respuesta nueva, diferente, creativa. Este tipo de pensamiento requiere un sustrato neuronal diferente al pensamiento analítico y utiliza las cortezas temporales de ambos hemisferios cerebrales, en particular el derecho.
Para la neurociencia la creatividad sigue siendo un fenómeno complejo, un constructo cerebral y mental con muchos ingredientes. Lo que si dice la neurociencia es que las actividades artísticas permiten una mejor comprensión del lenguaje y promueven una mejora de la atención, la percepción, la memoria y el control de la propia conducta. De ahí la importancia de enseñar fotografía.